Reseña

El tiempo infusionado

Marifé Santiago Bolaños (2022), Reflexiones a la orilla del tiempo. Algunos tés imprescindibles. Madrid, Editorial Bala Perdida.


Tuve un amigo entrañable que una vez se levantó desasosegado por si no le quedaba tiempo para volver a leer a Proust.  Con esta divertida anécdota sobre el oxímoron que representa el sueño de no tener tiempo para buscar el tiempo, comienza el libro Reflexiones a la orilla del tiempo. Algunos tés imprescindibles, de Marifé Santiago Bolaños. En él, la autora viajará hacia los recuerdos para reflexionar sobre cómo recomponer los fragmentos de una vida, sobre cómo acabar el puzle imposible de la memoria de la existencia humana: “No ha sido demasiado dificil buscar qué momentos de ese tiempo perdido se convertirían en Reflexiones a la orilla del tiempo. Algunos tés imprescindibles, ha bastado escuchar la canción de la memoria de esta última década, que es más o menos lo que abarca su escritura. Siguiendo el hilo entregado a la entrada del laberinto, he seguido la danza del corazón en su dibujar mapas de nuestra geografía”.

Esos mapas que componen la geografia de este libro tendrán el sabor de cada uno de los tés que estructuran sus capítulos. Hay 14 tés imprescindibles y un epilogo final. Citaré algunos: Té Tie Kuan Yin, bibliotecas en septiembre, Earl Grey con mi madre, Te Pu-erh en Sofía, pero también Te assam en el café Cheder de Cracovia. En todos ellos, Marifé Santiago cruzará hacia la otra orilla del tiempo, la contraria al Cronos -que es el tiempo que nos devora en la producción y del hacer-, para saborear, ya en la otra orilla, el tiempo infusionado, ese tiempo proustiano de la memoria que se detiene para “posar la frente en la ventana de las cosas.

Por esa “ventana de las cosas” desfilarán los amigos, las bibliotecas, los libros, la guerra, la educación, el éxodo, los sefardíes, las despedidas, la infancia, los exilios interiores y exteriores, la amistad, los Machado, María de Pablos, las mujeres, María Zambrano, las maestras…  los fragmentos de vida propios o de la vida de otros que entrelazados irán componiendo la partitura de la existencia humana. Hay mucha belleza en los momentos que la autora va narrando y que componen la melodía de este viaje al tiempo perdido: recuerdos, caminos, sueños, conversaciones, fotografías, rostros y manos… Pero hay, sobre todo, un tema esencial que atraviesa este libro y que está presente en todos sus tés: la necesidad de tejer y crear vínculos, la urgencia de poner en valor las relaciones constitutivas con los otros, la importancia y la necesidad de crear comunidad en el sentido arendtiano, crear los espacios de relación, pues es lo único que nos salvará de la destrucción que supone la ruptura de los vínculos, la fractura del tejido social; que la autora narra a través de las vidas del exilio, del dolor de las pérdidas y de cómo el horror de la guerras atenta contra la misma condición humana y el vacío moral que deja el mal cuando es banal.

Y tenemos que hablar de la voz de esta narradora, pues es extraordinaria, y aquí viene el disfrute del libro, Marifé también cruza a la otra orilla, la del más acá de la razón poética y se aleja del discurso sistemático o filosófico, como su maestra María Zambrano. Una razón poética que en este libro se despliega en multiplicidad de voces y experiencias. Y que, en algún momento, como Diótima y Antígona, es capaz de asomarse a los abismos: “¿Qué son los tés imprescindibles?: Mujeres devenidas en maestras de paz, sin un plan previo para serlo”… mujeres sabias.  

Finalmente, este es un libro nómada que invita a viajar por la memoria y los recuerdos, al estilo proustiano -justamente este año es el centenario de Proust-; y que tiene una raíz rizomática, porque tiene una escritura que desafía las localizaciones fijas y se extiende en multiplicidad de voces, vidas, tiempos y destinos. Porque no tienen centro y cada capítulo es su centro y su periferia. En eso responde a una tipología de escritura nómada, en el sentido en el que Deleuze definía la escritura nómada, como aquella que huye de las explicaciones estables, de las grandes teorías y de las voces únicas. Ser nómada, sostiene Deleuze, es una condición que no implica necesariamente viajar, los nómadas llevan la desterritorizalición consigo, llevan el afuera dentro, se mueven por territorios que nomadizan y los transforman en errantes, afines a su propia condición de eternos desplazados. Como las antepasadas maragatas que son convocadas es este libro, que al dejar la aldea llevaban semillas de perejil para plantarlas en otro sitio, ciertamente las raíces de muchas plantas aromáticas son rizomáticas, se enraízan y se extienden por el suelo en horizontal, no hacia abajo y en profundidad como las raíces arbóreas, sino multiplicándose en pequeñas raíces que van extendiendo la planta por la superficie.

Mi primera biblioteca no tenía libros. Llenaban sus inexistentes estantes la voz de los mayores concibiendo, para mí, universos de palabras. Yo observaba la boca de mi madre, la de mi padre, la de mis abuelos, la boca de alguna de mis tías. Ante la forma de los labios, iba apareciendo lo que daría vida e intención a las cosas, y yo miraba cómo las palabras se acercaban unas a las otras de la misma manera que me acercaba yo a los mayores para que fueran contando. La boca es el origen, pero a ella se unen los ojos y las manos; alrededor se enciende una calidez que envuelve como las mantas y los abrazos, la calidez que solo habrán de traer, en el futuro, las buenas lecturas, sobre todo, cuando son en voz alta. He dicho que mi primera biblioteca no tenía libros. Debo añadir que tenía el alma de los libros.” 

Marifé Santiago

MARIFe SANTIAGO

Marifé Santiago Bolaños (Madrid, 1962) es Doctora en Filosofía por la Universidad Complutense. Patrona de la Fundación María Zambrano, Académica Correspondiente de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, Profesora Titular de Estética y Teoría de las Artes (UCM), entre 2004 y 2011, fue Directora General de Educación y Cultura del Gobierno de España. Y desde 1986 a 2011, profesora de Filosofía en educación secundaria.
Su obra, incluida en antologías y proyectos literarios tanto en España como en otros países europeos, asiáticos y americanos, está traducida al inglés, francés, portugués, italiano, alemán, ruso, esloveno, chino, hebreo o bengalí. Trata de propiciar un diálogo entre la Filosofía y la Creación artística, lo que se recoge en más de una decena de ensayos el último de los cuales es su reciente Reflexiones a la orilla del tiempo: algunos tés imprescindibles, 4 novelas, 10 poemarios, o un texto teatral devenido proyecto pedagógico para estudiantes de piano. 
Por su labor como gestora cultural ha recibido la Encomienda de Número de la Orden del Mérito Civil (Gobierno de España) y la Comenda da Ordem do Infante D. Henrique (Gobierno de Portugal).